Que todo el mundo lo hace. Y hasta el más ateo cree.
Que puedo decir que sé volver sobre mis pasos
Y cometer los mismos errores
Por placer.
Por ver los senderos en los que me perdí –y me pierdo-;
Por ver las trampas en las que caí, y ya no caigo, porque el
diablo sabe más por viejo que por diablo;
Por volver a sembrar despacio, y recoger con prisas
El cabello enredado de un par de besos.
Y es un virtuoso defecto del que no todo el mundo tiene el privilegio de presumir.
Que me gusta recrearme en mis bailes preferidos,
Con mis canciones preferidas,
Con mis personas preferidas
Y, preferidamente –si
cabe- despreocupada.
Que sé plantar cara a un pasado en sepia y ver
Cómo de a poquito, alguien acaba tan impreso en mis pupilas
Que hasta me ha parecido ver correr
Su tinta por mis venas.
Quiero que sepas:
Que creo en que si escuece, no es herida que se cura;
Es amor que vive, colea, baila y grita,
A viva voz
Que no se acaba,
Hasta que deje de doler.
Que creo en el extravío de los ojos en otros ojos,
Porque siempre me fue bien escogiendo un camino
Con los ojos vendados
Y con los pies en tierra firme.
Y quiero que sepas que seguramente mis pies no desatinen.
Que segura-mente,
Inseguro-corazón.